NUESTRA CASA COMÚN ES UNA SOLA.
En mundo “moderno”
nos impone un sin número de posibilidades y oportunidades gracias al desarrollo
científico, los descubrimientos por medio de la experimentación y el desarrollo
de los modelos educativos que potencializan la ciencia. Sin embargo, dicho
“desarrollo” ha fragmentado en gran medida la conciencia de los seres humanos,
la idea desde el modelo capitalista con su interpretación neoliberal, en la
competencia como primicia y la mercantilización de absolutamente todo lo que
conocemos, ha generado un punto de quiebre y no retorno ante las graves
afectaciones e impactos que nuestras interacciones interpersonales, culturales
y con nuestro entorno han generado en el planeta.
Nos encontramos en
un momento de la historia donde las urgencias ambientales se han equiparado con
los desastres culturales y las diversas crisis humanas, es evidente el aire supremacista
acompañado de falta de compasión por los demás seres vivos del planeta que
propicia la especia humana, el irrespeto y la imposición sobre nuestro entorno
natural, ha generado no solo el deterioro medioambiental, sino de la misma
forma y en igual proporción el deterioro progresivo de la convivencia humana.
La instrumentalización que ha generado el sistema capitalista con su modelo
neoliberal ha conllevado a establecer seres humanos distantes de su propia
realidad y la realidad de su entorno, apáticos ante las problemáticas
singulares de sus iguales, pero aun mas apáticos y distantes de las
problemáticas colectivas que enfrentamos como el cambio climático, ello
conlleva a seres humanos sometidos a cimentar su propia autodestrucción como
especie y la destrucción de su entorno natural con el que genera todas sus
interacciones.
La convivencia
pareciera lejana para el imaginario de muchos en cuanto a su estrecha relación
con la ecología humana, pero nada mas errado pensar que la convivencia es un
asunto explícitamente único de las interacciones interpersonales y culturales
de los seres humanos entre sí mismos. La convivencia guarda estrecha relación
con la ecología humana, desde la posibilidad de todas sus interacciones, es
allí donde la convivencia permite configurar las nociones de tierra, territorio
y territorialidad, expresadas en la profunda interacción que existe entre las
construcciones culturales, las conductas interpersonales y el entorno en el que
nos encontramos como seres humanos y con el cual interactuamos de manera
cotidiana en el mismo.
Podríamos afirmar
que la convivencia y la ecología humana se encuentran ligadas en los conceptos
de tierra, territorio y territorialidad, se acompañan y conectan desde el
principio de identidad humana, de apropiación y de configuración de poder en
cuanto a un territorio en especial, ello ejerce una fuerte interacción entre la
ecología humana y la convivencia, permitiendo asumir una postura de respeto a
dichas interacciones o una postura de impacto negativo desde os seres humanos
hacia nuestro entorno.
Desafortunadamente
la segunda postura ha prevalecido y se ha intensificado en las ultimas décadas,
la sobre explotación de nuestro entorno, el deterioro de nuestro medio
ambiente, el aniquilamiento de especies entero de flora y fauna y muchos otros
factores han desencadenado la imposibilidad de poder convivir de la mejor
manera entre seres humanos y en constante interacción con nuestro entorno. Nos
consume la falta de empatia y compasión, somos incapaces de reconocer lo
valioso y bello de los demás y las cosas primordiales por encima de las
urgentes; ello ha generado el daño irreparable a nuestro entorno traducido en
el cambio climático.
Por las anteriores
razones, se fundamenta que no puede existir una buena o sana convivencia entre
seres humanos, sí esta no existe con nuestro entorno, tenemos una
responsabilidad histórica como especie de no seguir replicando e intensificando
los desaciertos que como especie hemos tenido a lo largo de nuestro devenir; es
allí donde el ejercicio profesional como comunicadores no se debe limitar al
ejercicio periodístico, debe fundamentarse en la educomunicación y desde allí
en la educación ambiental como posibilidad de generar herramientas educomunicativas
que permitan asimilar nuestra realidad, comunicar las problemáticas y las
posibles soluciones a las mismas, con un amplio sentido de cuidado sobre el
otro y nuestro entorno.
Nuestro ejercicio
profesional debe estar cargado de un profundo interés por transformarlo todo,
una profunda sensibilidad ante las necesidades comunicativas de los marginados,
explotados y excluidos, teniendo la firme convicción de no volver a dar paso ya
andados. Debemos ser vos y dar vos a quien no tiene vos, debemos ser
profesionales integrales, interdisciplinarios que sean capaces de conjugar su
ejercicio profesional con la educación ambiental y con la ecología humana desde
el reconocimiento de nuestros impactos negativos a nuestro entorno, pero de
igual manera la posibilidad de ser replicadores y dinamizadores de diversas
búsquedas de soluciones hacia un equilibrio natural.
Somos capaces e
vencer el individualismo y el egocentrismo que nos ha consumido durante
décadas, nos encontramos en un punto de no retorno, donde la protección y
cuidado de todo ser vivo recae en nosotros, podemos fortalecer propuestas
respetuosas del medio ambiente y que busquen el equilibrio natural y humano, en
nosotros está el cuidado de ¡Nuestra casa común!





